21/11/10

Adios...

Caminando extraviado bajo el desaire de lo que alguna vez tuvo agilidad. Unos cuantos escalones más, y podía dejar caer lo que el andar le permitía deslizar. Averiguar quizá, si aun hay vigor, destreza y emoción. Construir tal vez, lo que por momentos creía perder, o atrapar con gran velocidad el objetivo de lo que sus ojos permitían vislumbrar. No era el problema más fácil de solucionar, era más bien, la interrogante que su cuerpo no permitía procesar. A veces creía, que las cosas no eran todas grises, o que las garras de la vida, no siempre permitían conquistar. Pero más bien, que el destino lo llamaba, que escucharse en las noches ya era una antesala. Pues había llegado a su vida, el momento innato de gritar, o de andar para el auxilio, de los espasmos, del cansancio, de todo lo que desapareciera en su andar. Era una de esas noches en donde no queda más que decir, porque lo que se diga, nadie lo podrá escuchar… ni el maullido de un gato por allá ni de algo más cercano por aquí. Le robaron siete vidas sin pensar y basto una de ellas para jugar.